sábado, 2 de julio de 2011

Espacio memoria y derechos humanos




Vestigios en el Centro Cultural Haroldo Conti (ExESMA)
El próximo jueves 14 de julio se estrenará el “work in progress” de “Vestigios”, en El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Su teatro es un gran galpón que por sus dimensiones bien pudo haber sido un hangar de aviones. El Centro Cultural Haroldo Conti está alojado dentro de la ESMA, lo que antiguamente fue la Escuela Superior Mecánica de la Armada.

Antecedentes:
Se trata del predio donde se encuentra hoy el edificio de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) fue cedido por el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Buenos Aires al Ministerio de Marina por un decreto del año 1924, al sólo efecto de que fuera utilizado como centro de instrucción militar. En el mismo decreto se establecía que, ante cualquier cambio en el destino de las instalaciones, el predio debería regresar al poder de la ciudad. El terreno fue ocupado con varios edificios: La Escuela de Mecánica, la Escuela de Guerra Naval y el Casino de Oficiales.
Durante la última dictadura militar argentina, funcionó en la ESMA un centro clandestino de detención por el que pasaron alrededor de 5000 personas. El Casino de Oficiales , utilizado por el Grupo de Tareas 3.3.2, fue el espacio central de alojamiento y tortura de los secuestrados. Este edificio posee tres plantas. Allí los detenidos eran alojados en un sector del tercer piso denominado “capucha”, en “capuchita” y en el sótano. En este último lugar se encontraban los detenidos antes de ser “trasladados”.
En el sótano, en el tercer piso, y en “capuchita” existieron habitaciones destinadas a los interrogatorios y a las torturas que aplicaban los miembros de la Marina a los secuestrados.
Al finalizar la dictadura militar, en 1983, el edificio retornó a sus funciones iniciales de instrucción militar.

En 1984 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) realizó una inspección en el lugar. Gracias al testimonio de algunos sobrevivientes, se reconocieron estos espacios y se probó el destino siniestro que tuvo ese lugar por el que pasaron alrededor de cinco mil personas que hoy continúan desaparecidas.

En junio de 2000, durante la gestión de Aníbal Ibarra como Jefe de Gobierno, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó por unanimidad la ley 392/2000. En su artículo primero dispuso revocar la cesión efectuada al entonces Ministerio de Marina, con relación al predio de la Avenida del Libertador 8151-8461. En su artículo segundo dispuso destinar los edificios donde funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada a la instalación del denominado Museo de la Memoria.

En diciembre de 2002, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó la ley N°961 que crea el Instituto Espacio para la Memoria, destinado “al resguardo y la transmisión de la memoria e historia de los hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado de los años ’70 e inicios de los ’80 hasta la recuperación del estado de derecho, así como los antecedentes, etapas posteriores y consecuencias”. En su artículo décimo, la ley dice que el instituto tendrá su sede definitiva en el predio de la Esma. La ley fue reglamentada por el decreto N°835 y los organismos de derechos humanos designaron sus representantes en el año 2003.
 A partir de las gestiones del presidente Kirchner se acordó, en primer término, la restitución del predio el 31 de diciembre de 2004, y en segundo término, la creación de un “Espacio para la Memoria y la Promoción y defensa de los Derechos Humanos” en el lugar.
Fuente: Memoria abierta. Sitio: http://www.memoriaabierta.org.ar/camino_al_museo3.php

Espacio memoria y derechos humanos

Ahora la exESMA, brinda servicios como: la Inciativa latinoamericana para la identificación de personas, y alberga el archivo nacional de la memoria,  la casa por la identidad de Abuelas plaza de mayo, el Instituto en Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR,  la casa de la militancia HIJOS e HIJAS por la identidad. (H.I.J.O.S.), el espacio Patrick Rice, ente otros, además del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, nombre del escritor y activista secuestrado en 1976 y aún desaparecido.
Estamos en un lugar de rescate de la memoria y defensa de los derechos humanos: para que lo atroz no se repita. Los argentinos han convertido un lugar de tortura y muerte en un espacio para la memoria: una galería, un teatro, múltiples espacios donde la vida se sobrepone a la muerte y al dolor. Ahí donde más daño se hizo, revirar la historia, desde ese lugar físico, espacio que es también cuna de la reconstrucción.
Dar la vuelta a la historia es un trabajo difícil, es como querer cambiar el color del destino, sólo eso, teñirlo de otros colores, pero el destino común es una suma de voluntades. Sólo las voluntades unidas pueden llevar a cabo las grandes tareas, las más importantes, es decir, las tareas políticas. La voluntad política es una suma de voluntades colectivizadas.


Teatro y política.

En el teatro esto es evidente. El teatro no puede cobrar vida si antes no es atravesado por múltiples miradas, es su condición. Es hijo de todos y de nadie. Todos lo construyen, todos pueden abrevar de él, dialogar con él, cuestionarlo, pero nadie puede llevárselo a su casa. El teatro se construye a base de miradas que lo atraviesan, cuerpos que lo atraviesan y son atravesados por él y por los otros.
El director lo pondrá en escena,  lugar al que pertenece pero que aún está por construirse. Lo dotará de espacio. Luego vendrá un actor y le imprimirá su huella, con su voz y su cuerpo. Algo que era texto y luego espacio, ahora tiene cuerpo. El espectador lo dota de un mundo. En este sentido el teatro es como un libro: todos ven lo mismo pero no todos ven igual. Cada uno se habrá relacionado desde su único lugar, pero algo habrán compartido: personajes, escenografía, iluminación. Todo puede conjurar para atrapar al espectador, emocionarlo: el color del vestuarios, el trabajo de la actriz o el actor. En el mejor de los casos cada uno se llevará algo del teatro a casa y el teatro seguirá vivo pero no residirá ya en ningún lugar físico, sino en todos los lugares, fuera de su espacio y de su tiempo puede vivir lo que únicamente existe en el aquí y ahora de la acción escénica concreta. Esa es su virtud. Maleable y concreto, no se puede asir.
El teatro es un arte noble porque todas las artes pueden convivir en él. Pero requiere al mismo tiempo de una suma de voluntades artísticas lo cual lo convierte en un arte político.

Los seres humanos que intervienen en una obra de teatro se ciñen a reglas que establecen ellos mismos en cada trabajo en particular; en una obra de teatro se establecen relaciones, se crean puentes, lugares de indeterminación narrativa, disensos formales, malabares históricos, anoréxicos panfletos que dan risa y mejor se volvieron comedias, esqueletos melodramáticos pero también serias y profundas reflexiones sobre el caos y la teoría “de casi todo” que por cierto al teatro le viene bien.
Algunos hablan de fracasos y de éxitos teatrales, yo prefiero hablar de monstruos, los hay más bellos que otros, lo curioso es que caminen, si pueden andar por sí mismos están vivos, todos monstruos, todos teatro. Todos atravesados por múltiples miradas. Los hay que lo resisten y crecen mucho, se hacen fuertes; los hay que no lo soportan. El teatro tiene vida mientras soporta otras miradas, como arte nacido de la necesidad del hombre de “ver desde algún lugar”, el teatro moriría si no hay mirada que lo atraviese o si ha perdido la capacidad de dejarse atravesar él mismo, si no tiene nada que interpelar o nadie que lo interpele.
Esperemos que Vestigios, obra producto de una suma de voluntades, pueda aportar algo a la mirada sobre la memoria y la re-construcción de los vínculos humanos.  Lo importante para nosotros es la experiencia del intercambio, y la posibilidad de construcción de lo sensible, más allá de las voluntades individuales que lo afirman. Que la disfruten.

Vidal Medina / Grillos en la boca